lunes, 16 de febrero de 2009

A la derecha de la derecha

Lo espectacular del asunto no es que entre los sucesores de Uribe se vaya a hacer una consulta para definir quien va a ser el candidato único de la coalición, sino cómo van a definir la ubicación en el tarjetón.

Ya Vargas Lleras y Efraín Cepeda (el no tan notorio director del partido conservador) acordaron definir, mediante una consulta a la que han invitado al partido de la U, un candidato único que represente la continuidad de la seguridad democrática y la confianza inversionista, para hacerlo tienen en frente un camino larguísimo. En primer lugar necesitan que se apruebe en el congreso y de manera integral la reforma política, que permitiría la realización de dicha consulta, además necesitarían convencer, además de al partido de la U a algunos candidatos que no se caracterizan precisamente por su disciplina partidaria.

Esto quiere decir que, si las cosas se hicieron al derecho, por las toldas conservadoras ya pusieron de acuerdo a Noemí que no debió tener mayor problema, pues su características de comodín han quedado más que demostradas, lo que debió ser difícil fue lograr que Andrés Felipe dejara por un momento de repetir que el encarna la segunda generación de la seguridad democrática y todo el discurso que se aprendió de memoria para empezar la campaña desde ya, y una vez callado conseguir que el doctor Holguín no se durmiera (lo que plantea una pregunta casi incontestable, ¿qué funciona mejor como somnífero, el repetitivo discurso del joven Carimagua o sus peligrosísimos silencios) y aceptara la propuesta.

La primera pregunta fundamental después de este tan anhelado “acuerdo sobre lo fundamental(*)” es con quién del partido de la U van a acordar la coalición, con su jefe natural (que no oficia como tal) al que se le ven de lejos las ganas de entrar por la puerta grande a la casa de Nariño y uniformar a todo el batallón guardia presidencial con petos de la Cruz Roja; con la antecesora del mencionado a quien seguramente no le molestaría que alguna Dilian Francisca le ponga la banda al revés (claro que según cuentan el los pasillos a los generales no les agrada mucho que ella les de ordenes, y al capataz no le gustaron algunas de las que dio), pero todos sabemos que es poco probable que sea ella a quien le sea hecho el guiño. Por ahí hay uno que otro más, pero ninguno tiene el vuelo o la maquinaria para que sus posibilidades sean reales.

Además tendrán que negociar con otros cada vez más uribistas que se quieren montar al bus en la tercera parada, personajes del talante de Rodrigo Rivera (a quien se le nota que de no poder recibir el puesto de Uribe se transa por el de Santos), o de uno que otro malabarista y habitual contertulio de la Gurisatti, que está obsesionado con ser candidato, sin importar si es en el Polo, en el partido liberal o en el partido de la calle que planteó su gran aliado y ex alcalde de Bogotá.

Pero una vez superadas estas dos nimiedades tendrán que superar un problema de proporciones descomunales, cuando empiecen a diseñar el tarjetón, todos olvidarán ese discurso con el que nos vienen atormentando los que tratan de esconder su ideología, querrán todos quedar en la esquina superior derecha. Seguramente Lucho, Petro y Rivera accederán, pues su capacidad de negociación debe ser menor, y se ubicarán en la columna de la izquierda, aclarando que lo hacen muy a su pesar y sólo porque las diez mil veces que la izquierda ha deslegitimado la lucha armada son insuficiente, y por eso ellos desean continuar con la seguridad democrática desde la izquierda.

Noemí tal vez no tenga problema con ubicarse en el centro, pero eso si en la fila superior, pues siempre nos ha dado a entender que a ella no le importa donde esté ni quien la rodee, desde que sea en el más alto nivel. Probablemente para cuando estén haciendo la repartija (sobre todo so lo hacen temprano en la mañana) el doctor Holguín se encuentre soñando que ya ganó las elecciones y no se de cuenta que le toco el peor lugar del tarjetón, seguramente no le importe pues hasta él debe saber que así la consulta fuera sólo contra él mismo seguramente perdería por no poder convencer a la coalición y el presidente le pediría con toda la discreción que le entregue el cargo.

El problema va a ser poner de acuerdo a los tres que creen ser los más dignos herederos de la bandera del presidente (y si Tomás y Jerónimo se descuidan es probable que pidan también administrar el Ubérrimo), con seguridad ninguno va a ceder un ápice en argumentar que merece ser el que esté ubicado en lo más alto de la extrema derecha, aún que ni por merecimientos fuera lo realmente difícil de decidir sería quién ha caído más bajo.
Propone entonces este cachaco dos métodos muy fáciles para dirimir este pequeño problema: primero, que se haga un concurso frente a todas las misiones diplomáticas acreditadas en Colombia de sostenimiento de tinto mientras se monta a caballo, el juez tendría que ser designado por el Consejo Superior de la Uribicatura (en caso que se crea que la decisión puede afectar los más caros intereses del Estado el Fiscal tendrá la facultad de cambiar al investigador que haya revisado la cantidad de tinto en cada taza), hay que admitir que quizás esta idea no sea muy bien acogida por el director de cambio radical. La segunda propuesta consiste en mirar, si la CIA presta los archivos, quien está mejor ubicado en un ranking que sacaron alguna vez sobre los más influyentes empresarios y políticos del país, y en el que el presidente ocupo el puesto 82, la gran desventaja es que los resultados serian difícilmente controvertibles.

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(*) En este caso, claramente, lo fundamental es mantener la burocracia que ha obtenido el conservatismo en tiempos de Uribe. ¿qué pensaría Álvaro Gómez?

viernes, 6 de febrero de 2009

El derecho a la ternura

Regresa este cachaco para, con la ternura que lo caracteriza, abogar por ese tan humano acto de deshacer decisiones. Así como se me ocurrió a mí reversar la muerte de este blog, y una que otra decisión en el camino nuestro presidente esta semana ha demostrado, que lo único que le hace falta es hacer que su caballo de reversa y a él no se le riegue el tinto.

A principios de semana nos dejó ver parte de su santa ira al enterarse de las “indelicadezas” de Hollman Morris y el corresponsal que telesur logro colar, con propósitos humanitarios, en el operativo de liberación de los tres policías y el militar. Su primera reacción, tal vez ante la escasez de valeriana que se ha producido debido a la crisis mundial, fue la de dar al trasto con los operativos de liberación de Alan Jara y Sigifredo López, prohibiendo que los gestores de la liberación estuvieran involucrados, sin embargo gracias a la efectivísima intermediación de alguna de las once mil vírgenes y al poder de convicción de doña Lina acepto entonces que Piedad sola hiciera toda la gestión que ya había hecho y que concretara las liberaciones.

Luego cuando su jefe de seguridad antes de la rueda de prensa que sucedió al encuentro entre el presidente y Alan Jara, montó un cerco de seguridad con el propósito exclusivo de que los periodistas, a quienes se refirió como “esos hijueputas”, no se acercaran demasiado al presidente. El presidente al ser consultado sobre el particular comentario defendió, como es costumbre, a su subalterno seguramente calificándolo como un ciudadano de bien o un buen muchacho, pero tan pronto como los periodistas mencionaron la existencia de una prueba tomó al oficial de la oreja y en coro pidieron disculpas.

Un tercer reversazo se dio hoy, no sabemos todavía quien pisó el embrague, pero la irrevocable renuncia que había presentado el comisionado de paz el miércoles fue en efecto revocada, esperemos que la próxima en revocarse no sea la de Danielito en el INVIAS. Bueno, según parece que mientras Alan Jara salió del secuestro gritandole a todo el mundo que es pa’lante, el capataz de El Ubérrimo no hace más que recular, pero eso si, con ternura. Porque recular es sin lugar a dudas un derecho inviolable de aquel que a cada paso descula.