viernes, 6 de febrero de 2009

El derecho a la ternura

Regresa este cachaco para, con la ternura que lo caracteriza, abogar por ese tan humano acto de deshacer decisiones. Así como se me ocurrió a mí reversar la muerte de este blog, y una que otra decisión en el camino nuestro presidente esta semana ha demostrado, que lo único que le hace falta es hacer que su caballo de reversa y a él no se le riegue el tinto.

A principios de semana nos dejó ver parte de su santa ira al enterarse de las “indelicadezas” de Hollman Morris y el corresponsal que telesur logro colar, con propósitos humanitarios, en el operativo de liberación de los tres policías y el militar. Su primera reacción, tal vez ante la escasez de valeriana que se ha producido debido a la crisis mundial, fue la de dar al trasto con los operativos de liberación de Alan Jara y Sigifredo López, prohibiendo que los gestores de la liberación estuvieran involucrados, sin embargo gracias a la efectivísima intermediación de alguna de las once mil vírgenes y al poder de convicción de doña Lina acepto entonces que Piedad sola hiciera toda la gestión que ya había hecho y que concretara las liberaciones.

Luego cuando su jefe de seguridad antes de la rueda de prensa que sucedió al encuentro entre el presidente y Alan Jara, montó un cerco de seguridad con el propósito exclusivo de que los periodistas, a quienes se refirió como “esos hijueputas”, no se acercaran demasiado al presidente. El presidente al ser consultado sobre el particular comentario defendió, como es costumbre, a su subalterno seguramente calificándolo como un ciudadano de bien o un buen muchacho, pero tan pronto como los periodistas mencionaron la existencia de una prueba tomó al oficial de la oreja y en coro pidieron disculpas.

Un tercer reversazo se dio hoy, no sabemos todavía quien pisó el embrague, pero la irrevocable renuncia que había presentado el comisionado de paz el miércoles fue en efecto revocada, esperemos que la próxima en revocarse no sea la de Danielito en el INVIAS. Bueno, según parece que mientras Alan Jara salió del secuestro gritandole a todo el mundo que es pa’lante, el capataz de El Ubérrimo no hace más que recular, pero eso si, con ternura. Porque recular es sin lugar a dudas un derecho inviolable de aquel que a cada paso descula.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me divertí un montón con la actualización, aunque llevo dos meses sin saber nada de lo que Pasa en Colombia, estoy pensando que la mejor forma de mantenerme informada será leer el Cachaco, así que actualiza seguido